domingo, 27 de abril de 2014

El Vasallaje

Don Alfonso había llegado un día antes. Cuando vieron venir al buen Campeador, salieron a recibirlo con gran festejo. Al mirar esto el que en buena hora nació, mandó refrenar a los suyos, salvo a los más escogidos de su corazón. Con unos quince caballeros echó pie a tierra, como lo tenía mandado; se arrojó al suelo, mordió la hierba, y dio suelta al llanto jubiloso, que así rinde acatamiento a su señor, y cayó a sus plantas. El rey Don Alfonso, muy apesadumbrado, luego al punto le dice:
 
-Levantaos, oh Cid Campeador; besadme en buena hora las manos, y los pies. De otra suerte no contáis con mi amor.

 
Poema del Cid, Cantar Segundo.

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