domingo, 27 de abril de 2014

El Vasallaje

Don Alfonso había llegado un día antes. Cuando vieron venir al buen Campeador, salieron a recibirlo con gran festejo. Al mirar esto el que en buena hora nació, mandó refrenar a los suyos, salvo a los más escogidos de su corazón. Con unos quince caballeros echó pie a tierra, como lo tenía mandado; se arrojó al suelo, mordió la hierba, y dio suelta al llanto jubiloso, que así rinde acatamiento a su señor, y cayó a sus plantas. El rey Don Alfonso, muy apesadumbrado, luego al punto le dice:
 
-Levantaos, oh Cid Campeador; besadme en buena hora las manos, y los pies. De otra suerte no contáis con mi amor.

 
Poema del Cid, Cantar Segundo.

El Bosque

Hasta el siglo XI, el bosque continuaba dominando el paisaje europeo: su extensión era aproximadamente la misma que en la época celta e incluso protohistórica. El árbol aparecía por doquier y esta omnipresencia viene atestiguada por todo tipo de fuentes, tanto escritas (polípticos, capitulares, textos hagiográficos) como no escritas (polen fósil); los innumerables topónimos de origen arbóreo que subsisten hoy día aportan una prueba suplementaria de dicha extensión.
 Esta cobertura boscosa era particularmente tupida en Europa septentrional [...]. En resumidas cuentas, puede decirse que el poblamiento quedaba limitado a algunos calveros que emergían de aquel mar de vegetación.
Todo aquello quiere decir que el bosque desempeñaba un papel esencial en la vida de los hombres.
 
Bonnassie, Pierre, Vocabulario básico de la historia medieval, Barcelona, Crítica, 1984.