Al fin
y al cabo, era tan importante la existencia terrena como la futura en la ciudad
celestial. Así el cristianismo, que modifico la sociedad en gran medida,
influyo como era de esperar, también, en las prácticas de sepultura. Por
consiguiente la antigua tradición Germana de enterrar a sus difuntos de cara al
Este, envueltos en una capa y habitualmente sin ataúd, debió dar paso a un
novísimo ritual idóneo para una cristiandad que desconfiaba de todo y de todos. (CAMMAROTA,2013:51)
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Saludos, Fernando Cammarota
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